El texto lírico es aquel donde el autor expresa sus sentimientos, emociones y sensaciones libremente. Su expresión textual es el poema. Puede ser en verso o en prosa. Cuando el texto lírico es en verso, su expresión formal indica que cada verso (o línea del poema) tiene ritmo y rima. Al contrario, cuando es en prosa, la rima no aparece pero sí se mantiene un cierto ritmo y musicalidad del idioma, y se le dice prosa poética.
Se le llama
lírico porque antiguamente, en Grecia, se recitaban poemas acompañados de un
instrumento musical que era, por lo general, una lira. Con el tiempo, el
instrumento quedó en desuso pero no la costumbre de recitar. De allí provienen
los trovadores medievales y las canciones actuales.
Características
de los textos líricos
El texto
lírico se caracteriza por la presencia de determinados rasgos de lenguaje y
elementos literarios.
Hablante
lírico
El hablante
lírico es el que se expresa a través del poema (no debe confundirse con el
autor real), quien da a conocer su mundo interior. A esta figura se la conoce
también como “el yo poético”.
Para fines
de análisis literario, esta creación es ficticia, no real, aunque muchas veces
el autor esté contando un hecho real y sus propios sentimientos al respecto.
Subjetividad
La gran
carga de subjetividad es uno de sus principales rasgos, y es lo que diferencia
en mayor medida el texto lírico del épico y del dramático.
Uso de
abundantes recursos literarios
El poeta se
vale de metáforas, epítetos, metonimias, comparaciones, hipérboles y otras
figuras retóricas para expresarse.
Veamos, por
ejemplo, este conocido verso de Quevedo:
- “Érase un hombre a una nariz
pegado”.
Es evidente
su intención de señalar el tamaño exagerado de tal nariz, pero lo hace con
intención estética, poética. Por eso no usa el lenguaje normal y cotidiano.
Brevedad
Un texto
lírico, a diferencia del épico o del dramático, suele ser breve. El contenido,
en consecuencia, será condensado, y por eso acude a las metáforas y otras
figuras retóricas, para expresar en pocas palabras múltiples significados.
Esto también
le puede otorgar un carácter algo más difícil de entender, ya que el lector de
poesía deberá interpretar esas figuras retóricas y dar con lo que el autor
quería decir.
El poeta
chileno Vicente Huidobro recomendaba a quien escribía poesía: “Sugiere,
sugiere, nunca digas”. La sugerencia se convierte entonces en imágenes con un
significado nuevo.
Métrica y rima
La métrica
es la cantidad de sílabas que componen un verso, y la rima es la repetición de
sonidos que se escucha a partir de la última vocal tónica de la última palabra
del verso. La rima puede ser consonante o asonante.
- Rima consonante
Se produce
cuando entre dos o más versos similares, los fonemas de sus últimas letras son
idénticos a partir de la vocal que se acentúa. Un ejemplo sería: “nación /
visión”.
- Rima asonante
Existe
cuando la repetición de las últimas vocales tónicas se parece, pero no es
igual. Un ejemplo sería: “bueno / cordero”.
- Verso libre
El verso
libre es el que carece de rima y metro, pero mantiene un ritmo en el lenguaje.
A finales del siglo XIX, sobre todo en la poesía occidental, se utilizó para
expresar una mayor libertad tanto en el lenguaje poético como en su estructura.
Es muy
cercano a la prosa poética, y se distingue de esta porque mantiene la
disposición tipográfica de los versos en líneas.
Dichoso
el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser
vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
R. Darío
Un detalle
Un trozo de azul tiene
mayor intensidad que todo el cielo;
yo siento que allí vive, a flor
del éxtasis feliz, mi anhelo.
Un viento de espíritus pasa
muy lejos, desde mi ventana,
dando un aire en que despedaza
su carne una angélica diana.
Y en la alegría de los gestos,
ebrios de azur, que se derraman...
siento bullir locos pretextos,
que, estando aquí, ¡de allá me llaman!
Alfonso Cortés.
La cazadora
Mi señora, tan luego se levanta
va a cazar un venado matutino,
sin miedo a los colmillos del zaíno,
ni al mortal topetazo de la danta.
Entra con ojo alerta y firme planta
en la espesura donde no hay camino,
y de los matorrales, repentino,
salta un venado que su paso espanta.
Ella rápida apresta su escopeta,
veloz le apunta, le dispara y mata
—y después el marido, que es poeta,
cuando regresa la mujer que adora,
en un soneto clásico relata
la bella hazaña de la cazadora.
José Coronel Urtecho
Entierro de pobre
Entierro de pobre, ya sabes, amigo.
No quiero que vengan los otros, conmigo.
Los otros, aquellos del otro camino,
los que me dijeron: es agua tu vino.
Los que sacudieron mi rama florida
Para tejer burlas, en charla subida.
Entierro de pobre, ya sabes, amigo,
sin flores horribles de trapo, contigo,
Y mis cuatro hermanos bellos, silenciosos,
sin esa etiqueta, sin esos curiosos,
Sin los obligados que dicen: debía
venir al entierro y en charla vacía,
Prosiguen narrando su gracioso cuento.
Entierro de pobre. Mi acompañamiento
Será de unos pocos. La misa temprano,
de aquel Padre Valle, canto gregoriano.
En iglesia pobre y un solo cantor:
misa verdadera de Nuestro Señor.
También te suplico, me libres, hermano,
del insulto magno. Al diario profano,
Que a diario blasfema, dile, que no es cierto,
que quién le ha contado que me hubiese muerto
Que estoy bueno y sano y así no dirán
sus majaderías de parrampamplán:
Noble, generoso, digno, caballero,
ciudadano probo, patriota sincero,
De firme carácter, hombre superior...:
y otros disparates del mismo color.
Acuérdate hermano de todos aquellos
versos de mis libros, silenciosos, bellos.
Del «Agua Encantada», de estos mis «Caminos»
que son el consuelo de los peregrinos.
De «Espumas y Estrellas», del «Libro Menor»
que a todos encanta por su buen olor.
Entierro de pobre, ya sabes, amigo.
No quiero que vengan los otros conmigo.
Azarías H. Pallais
Poema XX.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda, de Veinte poemas
de amor y una canción desesperada (1924)
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